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  • Foto del escritorDhamma Nandanavana

Los diez paramis

Actualizado: 26 mar 2019

Hay diez cualidades mentales buenas (paramis) que uno debe perfeccionar para alcanzar la meta final. La meta es el estado de ausencia total de ego. Estos diez paramis son cualidades que gradualmente van disolviendo el ego, acercándolo a uno a la liberación. En un curso de Vipassana uno tiene la oportunidad de desarrollar todas estas diez cualidades.

El primer parami es nekkhamma, renunciación. Quien se hace monje o monja renuncia a la vida de un laico y vive sin posesiones personales, teniendo incluso que mendigar el sustento diario. Todo esto se hace con el propósito de disolver el ego. Pero ¿cómo puede un laico desarrollar esta cualidad? En un curso como éste, se ofrece esta oportunidad, ya que aquí uno vive de la caridad de los demás. Aceptando lo que se ofrezca, como comida, alojamiento y otras comodidades, poco a poco se desarrolla la cualidad de la renunciación. Sea lo que sea que uno reciba aquí, lo aprovecha lo mejor posible, trabajando duro para purificar su mente, no sólo para su propio beneficio, sino también para beneficio del desconocido que aportó su donación a favor de uno.


El siguiente parami es sila, moralidad. Uno intenta desarrollar este parami observando en todo momento los cinco preceptos, tanto durante el curso como en la vida diaria. Si bien hay muchos obstáculos que dificultan la práctica de sila en la vida diaria, durante un curso de meditación como éste no existe la oportunidad de romper estos cinco preceptos dada la intensidad del programa y la disciplina. Sólo hablando existe la posibilidad de desviarse de la estricta observancia de la moralidad. Por este motivo uno hace voto de silencio durante los primeros nueve días del curso. De este modo, al menos durante el curso, uno mantiene un sila perfecto.


Otro parami es viriya, esfuerzo. En la vida diaria uno realiza esfuerzos, por ejemplo, para ganarse la vida. Aquí, sin embargo, el esfuerzo es purificar la mente manteniéndose atento y ecuánime. Éste es el recto esfuerzo, el que lleva a la liberación.


Otro parami es pañña, sabiduría. En el mundo externo puede adquirirse sabiduría, pero es la sabiduría que obtenemos leyendo libros o escuchando a otros o, simplemente por comprensión intelectual. Pero el verdadero parami de sabiduría es la comprensión que se desarrolla en el propio interior a través de la experiencia personal de la meditación. Mediante la propia observación, uno se hace consciente directamente de la realidad de la impermanencia, del sufrimiento y de la ausencia de ego. Con esta comprensión directa de la realidad salimos del sufrimiento.


Otro parami es khanti, tolerancia. En un curso como éste, trabajando y viviendo en grupo, uno puede molestarse o irritarse por los actos de otra persona. Pero pronto uno se da cuenta de que quien causa la molestia o bien ignora lo que está haciendo o bien está enfermo. Al comprenderlo, la irritación desaparece y sólo se siente amor y compasión hacia esa persona. Así se comienza a desarrollar la cualidad de la tolerancia.


Otro parami es sacca, verdad. Al practicar sila uno se compromete a mantener la verdad en el ámbito oral. Sin embargo, sacca también debe practicarse a un nivel más profundo. Cada paso en el sendero debe ser un paso con la verdad, desde la verdad aparente y burda pasando por verdades más sutiles, hasta llegar a la verdad última. No hay lugar para la imaginación. Uno siempre debe permanecer con la realidad que esté experimentando en el momento presente.


Otro parami es adhitthana, firme determinación. Cuando se empieza un curso de Vipassana, se toma la determinación de permanecer durante todo el período del curso. Uno decide mantener los preceptos, guardar silencio y aceptar toda la disciplina del curso. Después de la introducción a la técnica de Vipassana, uno toma la determinación de meditar durante toda una hora en las sesiones de grupo sin abrir los ojos y sin mover las manos ni las piernas. En una fase posterior del sendero este parami será muy importante; cuando uno se acerque a la meta final, deberá estar preparado para sentarse sin interrupción hasta alcanzar la liberación. Por eso es necesario desarrollar la firme determinación.


Otro parami es metta, amor puro, desinteresado. En el pasado uno intentaba sentir amor y buena voluntad hacia otros, pero esto era sólo a un nivel consciente de la mente. A nivel inconsciente las antiguas tensiones continuaban. Pero cuando toda la mente está purificada entonces desde lo más profundo de sí uno puede desear la felicidad de otros. Éste es el verdadero amor, que beneficia tanto a los demás como a uno mismo.


Otro parami es upekkha, ecuanimidad. Uno aprende a mantener el equilibrio mental, no sólo al experimentar sensaciones burdas, desagradables o zonas insensibles en el cuerpo, sino también al surgir sensaciones sutiles y agradables. En todas las situaciones, uno comprende que la experiencia de ese momento es transitoria y termina por desaparecer. Con esta comprensión uno permanece sin apego, ecuánime.


El último parami es dana, caridad, donación. Para un laico, éste es el primer paso esencial en el Dhamma. Un laico tiene la responsabilidad de ganar dinero de forma correcta para mantenerse a sí mismo y a los que dependen de él. Pero si genera apego al dinero que gana, su ego aumentará. Por eso, una parte de lo que gana debe destinarla para el bien de los demás. Si uno hace esto, su ego no aumentará, puesto que uno comprende que gana dinero en beneficio propio y también en beneficio de otros. Surge la voluntad de ayudar a otros en la forma en que uno pueda. Uno se da cuenta que no hay mejor forma de ayudar a los demás que ayudarles a aprender a salir del sufrimiento. En un curso como éste, uno tiene la maravillosa oportunidad de desarrollar estos paramis. Todo cuanto uno recibe aquí ha sido donado por otra persona; no se cobra por el alojamiento y la manutención, y por supuesto, tampoco por la enseñanza. Como compensación, uno puede hacer una donación para beneficio de otras personas. La cantidad que uno done dependerá de los propios medios. Naturalmente, una persona rica querrá dar más, pero cualquier donación por pequeña que sea, dada con la correcta volición, es de gran valor para desarrollar este parami . Sin esperar nada a cambio, uno dona para que otros experimenten los beneficios del Dhamma y puedan salir de su sufrimiento.


Aquí tenéis la oportunidad para desarrollar estos diez paramis. Cuando todas estas buenas cualidades hayan sido perfeccionadas, habréis alcanzado la meta final. Seguid practicando para desarrollarlas poco a poco. Seguid avanzando en el camino del Dhamma, no sólo para beneficio y liberación propios, sino también para beneficio y liberación de muchos. Que todos los seres que sufren encuentren el Dhamma puro y se liberen.


¡Que todos los seres sean felices!


(Tomado del libro "Resumen de las charlas del curso de diez días", compilado por William Hart)

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